¿Pueden los izquierdistas de la diáspora iraní acordar con Irán?
Por Yoshie Furuhashi
Traducción Julio Fernández Baraibar
Los izquierdistas de la diáspora iraní enfrentan hoy una cuestión: ¿pueden analizar objetivamente por qué no estuvieron en una posición de liderar la Revolución Iraní, llorar adecuadamente su derrota y sus compañeros caídos y llegar a un acuerdo con la República Islámica -- que los derrotó pero que también ha sufrido grandes cambios desde aquellos tempranos años --, tal como hoy existe?
Esto es difícil para ellos, pero deben hacerlo si aman a sus compatriotas y desean ayudarlos para que regresen a la patria, quienes serán capaces de reformar aún más su país si no es destruido por el imperio multinacional dirigido por los EE.UU.
Si arreglan con Irán, podrán luego ayudar a mostrar a los ciudadanos del imperio que lo que las siempre contrarrevolucionarias elites del poder del imperio buscó destruir son los adelantes sociales y económicos hechos durante la Revolución Islámica (la nacionalización del petróleo, sobre todo, que en el gobierno de Mossadegh -- derrocado por la Operación Ajax de la CIA -- no pudo cumplimentar; la reducción de la pobreza y de la desigualdad económica; las mejoras en la salud y la educación públicas y en la infraestructura; el avance de la mujer en la educación, el empleo y la participación política; el desarrollo cultural dialéctico y muchos otros) y no los aspectos represivos de la Revolución. Este es el más importante mensaje que pueden comunicar a toda la gente -- el pueblo trabajador de los EE.UU., Europa y Japón -- que puede presionar al imperio para permitir vivir al pueblo iraní.
Nota al pie de la autora:
Mi maestro de persa, que era un izquierdista a la vieja usanza antes de 1989 y ahora es crítico literario, demasiado postmoderno para los marxistas y con demasiado efecto de sentido para los postmodernos (según él mismo me ha dicho), dice que dos de sus amigos iraníes, uno liberal1 y otro un neomarxista (que también fue un izquierdista a la vieja usanza en el pasado), y él casi llegan a los golpes el otro día, por causa de esta cuestión.
Como Ud. ya habrá adivinado, entre los tres, es el hombre neomarxista quien halla más difícil hacer lo que se necesite hacer por la causa del regreso de los iranies a casa. A esta altura, él se niega a volver, aún cuando ahora puede hacerlo, de modo que se niega a sí mismo la posibilidad de recopilar toda clase de información acerca de lo que más le preocupa (las condiciones de los trabajadores en Irán), sobre la base de que un marxista, especialmente un marxista iraní, si hace investigación en Irán legitimaría al gobierno islámico iraní, por que ello mostraría que hay espacio para la coexistencia de diferentes escuelas de pensamiento bajo este gobierno. De manera que cuando su señora visita Irán para ver a su familia y amigos, lo deja sólo en los EE.UU.
El exilio autoimpuesto por el neomarxista no es el mayor problema, sin embargo. Algunos de los antiguos amigos de mi profesor de persa han ido a trabajar para el imperio, y están ahora empleados por Gozaar,2 Radio Farda, etc. Me pregunto si habrán pensado sobre el papel que Kanan Makiya3 (que de acuerdo a Edward Said, era un trotskista en los 60 y 70) jugó en la destrucción de Iraq. Fin de la nota.
Notas al pie de JFB:
1 En el sentido norteamericano. JFB
2 Una publicación sostenida y financiada por Freedom House, una organización de los sectores más belicistas y conservadores de los dos partidos norteamericanos. Entre sus directivos figuran, entre otros, el ex director de la CIA James Woolsey, el ex funcionario de la administración de Reagan, Kenneth Adelman, la ex embajadora en las Naciones Unidas Jeanne Kirkpatrick. JFB
3 Según el New York Times "Hasta la invasion norteamericana en marzo de 2003, Mr. Makiya, un iraquí-norteamericano nacido en Bagdad wen 1949, fue la más destacada voz intellectual pidiendo a Occidente y a las naciones árabes el derrocamiento de Saddam Hussein. Era un estrecho amigo de Ahmad Chalabi, el más querido por el Pentágono, y llamó la atención de los neoconservadores. El vicepresidente Dick Cheney lo elogió en "Meet on Press" y Mr. Makiya fue uno de los tres iraquíes americanos que se reunuieron con el presidente Bush en el invierno de 2003". JFB
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