Por Yoshie Furuhashi
Traducción Julio Fernández Baraibar
¿Cuál es hoy el principal peligro para los intelectuales de la diáspora iraní? Su deseo de "mirar hacia Occidente"1. Su tentación de llamar a "la potencia americana", en nombre de "un supuestamente agradecido público iraní, dirigido por la clase media occidentalizada" a través de una guerra ideológica que hace que Irán sea vista como la República del Miedo.
. . . (Kanan) Makiya argumentaba que, una vez liberado, ellos (los iraquíes) se quitarían de encima las gastadas ortodoxias de la política árabe y, para su desesperación, mirarían hacia Occidente.Kanan Makiya debería ser una lección para los izquierdistas de la diáspora intelectual. Ellos no pueden amar a Irán del modo como yo lo hago porque ellos están cargados con el peso de las pérdidas personales y las derrotas históricas, pero si el imperio multinacional dirigido por los EE.UU. tiene éxito en la destrucción de Irán2, ya sea por medio de una guerra económica, "una asistencia democrática", una fuerza militar, o (como es lo más probable) la última posibilidad, después de una década de ejercicio de las dos primeras, ellos van a perder más de lo que yo perderé, de la misma manera que Kanan Makiya debió perder en Iraq más de los que yo perdí.
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"Estaba condenado", me dijo (Ali) Allawi. "Lo que estaba condenado era el intento de modernizar Iraq en una especie de renovación civilizatoria, usando el poder americano en alianza con un supuestamente agradecido público iraquí, dirigido por una clase media occidentalizada. Se hizo evidente que este presupuesto era falso. Y que está compuesto por una serie de decisiones desastrosas" (Dexter Filkins, "Regrets Only?" New York Times Magazine, 7 October 2007).
1 Las siguientes palabras de Jalal Al-e Ahmad suenan como una verdad cuando uno mira la cultura de, más o menos, el primer 20 por ciento de las naciones del Sur, dependiendo esta proporción del nivel de su desarrollo capitalista:
Seguir a Occidente -- los estados occidentales y sus empresas petroleras- es la suprema manifestación de "occidentosis" en nuestra época. Así es cómo la industria occidental nos saquea, cómo nos dirige, cómo maneja nuestro destino. Una vez que tú has dado el control político y económico de tu país a las empresas extranjeras, ellos saben qué venderte o, por lo menos, qué no venderte. Porque como ellos buscan obviamente venderte sus productos en perpetuidad, es mejor que tú permanezcas para siempre en necesidad de ellos y Dios salve tus reservas petroleras. Ellos se llevarán el petróleo y te darán cualquier cosa que quieras a cambio -- desde sopas a nueces, o incluso granos. Este comercio forzoso se extiende incluso a cuestiones culturales, a letras, a discursos. Hojea nuestra media docena de las llamadas publicaciones literarias pesadas. ¿Qué noticias ves de nuestra parte del mundo? ¿De Oriente, en términos más lejanos? ¿De India, Japón, China? Todo lo que ves son noticias del premio Nobel, del nuevo Papa, de Francoise Sagan, del Festival de Cannes, de la última obra de Broadway, de la última película de Hollywood. Y esto sin mencionar los semanarios ilustrados, que son mucho más evidentes. ¿Si a esto no se lo llama "occidentosis", cómo podemos llamarlo? (Occidentosis: Una plaga que viene del Oeste, Mizan Press, 1984, p. 62-3)El hábito "espontáneamente" cultivado por muchos intelectuales de los países que miran hacia Occidente, o más bien el mítico Occidente, sirve a las clases dominantes del imperio multinacional dirigido por EE.UU., incorporando la clase alta y los estratos medios al liberalismo, al americanismo, a la ideología de "Libertad, Igualdad, Propiedad y Bentham". Ver el artículo de Shirin S. Deylami, "In the Face of the Machine: Westoxification, Cultural Collision, and the Making of Perso-Islamic Ideology" (Frente a la Máquina de Occidentosis, Choque Cultural y la Producción de una Ideología Perso-Islámica) (Octubre, 2006) para una crítica a dos erróneas interpretaciones de la ideología de Ahmad (y otras parecidas) como "una invocación al pasado" y " un desdén por la moderna globalización" en todas sus formas actuales y potenciales. Esta mala interpretación, sostiene Deylami, pierde el punto principal de la crítica de la Occidentosis: "el apuntar a una específica forma de hegemonía económica, política y cultural" (página 1).
2 Irán, de no haber sido por la maldición del petróleo y la fe en el Duodécimo Imán, debería haber sido un Japón del Asia Occidental; por el contrario, si Japón no hubiera llegado a ser una potencia imperial por derecho propio, Kita Ikki debería haber sido un Jalal Al-e Ahmad del Japón. Como las cosas han sucedido de la manera en que sucedieron, nuestros senderos fueron en direcciones completamente opuestas. Los intelectuales de la diáspora iraní no se dan cuenta que los hombres y mujeres de la clase trabajadora de su país, tercamente religiosos, que los rechazan y en su lugar siguen a Khomeini, están haciendo una elección más fina que mis compatriotas. Pero si ellos no miran hacia Occidente y, en su lugar, miran hacia Oriente, apreciarán lo que tienen. Los iraníes tienen una república propia, aunque sea religiosa; los japoneses tienen un "estado cliente", aunque sea secular, conducido por burócratas japoneses y gangsters al servicio del emperador americano. Además, la república que ha expulsado a sus intelectuales cosmopolitas, podría, si es permitido vivir, eventualmente recibirlos de vuelta, quizás bajo las banderas de un chiísmo que es a la vez científico y utópico.
Notas del Traductor:
Kita Ikki (1883-1937) fue un intelectual, escritor y filósofo político japonés, en actividad durante el principio del Japón del período Showa (Período de la Paz Ilustrada, correspondiente al reino del emperador Showa [Hirohito]). Durante sus años de estudiante de la Universidad Waseda en Tokio, fue atraído por las ideas socialistas, reuniéndose con muchas de las figuras influyentes del primer movimiento socialista en Japón. También fue atraído por la Revolución China de 1911 y se hizo miembro de la Togmeng Hui (Liga Unida) dirigida por Song Jiaoren. Estuvo en China y presenció la caída de la dinastía Qing.
A su retorne a Japón en 11919, se desilusionó de la Revolución China y del socialismo. Se unió al Okawa Shumei y otras formas de Yuzonsha, una organización ultranacionalista, y dedicó su tiempo a escribir y al activismo político. Gradualmente se convirtió en el principal teórico y filósofo del movimiento derechista previo a la Segunda Guerra Mundial.
Participó en el golpe de estado del 26 de febrero de 1937 y, fracasado éste, fue fusilado.
Jalal Al-e-Ahmad (1923-1969) fue un prominente escritor y crítico social y político iraní. Nació en una familia religiosa en Teherán y su padre era un clérigo islámico. Realizó estudios universitarios y se especializó en literatura persa, en la universidad de Teherán. En 1950 se casó con Simin Daneshvar, una muy conocida novelista iraní. Jalal y Simin no tuvieron hijos, tema que ha sido reflejado en las obras de Jalal. Murió en Asalem, una zona rural del norte de Irán, en una cabaña construida con sus propias manos. Fue enterrado en la mezquita de Firouzabadi, en Ray, Irán.
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